Thriller: ¿quién resuelve el acertijo en las películas de suspenso?

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Sander Sammy vía Unsplash

El thriller (también suspense o suspenso) es uno de los géneros más consumidos a nivel mundial. La explicación es obvia: es imposible no quedarse con los pelos de punta ante una buena película de suspenso.

Años de thrillers, desde Hitchcook hasta Fincher, nos enseñaron la importancia de un buen acertijo, de las «vueltas de tuerca» y de antagonistas intimidantes para crear una gran historia atravesada por la oscuridad. Pero una de las claves más importantes de un thriller es la participación de un protagonista complejo, un investigador incansable con muchos problemas para enfrentar los dilemas morales que plantea el villano durante el desarrollo de la acción.

Sin embargo, la repetición constante de fórmulas en el género ha estereotipizado a los protagonistas; es decir, los ha vuelto predecibles y repetitivos de un modo de actuar obsoleto para nuestro tiempo. El problema con eso, lector, está en que la ficción imita los modelos de la sociedad y las nuevas generaciones, a su vez, imitan los estereotipos de la ficción.

¿Alguien se ha preguntado por qué algún idiota sueña con balear y perseguir gente porque se cree un defensor como el que vio en una de estas películas?

(Todos conocemos uno. No me mientas)

¿Quiénes son estos héroes destinados a acabar con el mal y emulan un modelo moral digno de imitar?

Tomando en cuenta de que los thrillers son ficciones oscuras, algo depresivas y donde el salvador del mundo, probablemente, no sea una buena persona; ¿vale la pena que justifiquemos su actual cruel y despiadado en favor del bien?

Te invito, lector, a revisar la discusión a continuación.

Contexto: Un protagonista oscuro

La gracia del thriller, más allá del efecto estremecedor del suspenso, corresponde a la oscuridad de sus historias (incluso cuando se mezcla con comedia). La razón: el thriller tiene, por definición, un conflicto moral entre sus personajes y la sociedad en la que habitan. Toman la justicia como algo personal, lo que les hace susceptibles a la venganza.

En el fondo, a medida que los protagonistas de las películas de suspenso se adentran más y más en la resolución del acertijo, también se encuentran a sí mismos. Nos demuestran su ambigüedad moral a través de aspectos oscuros de su personalidad que son difíciles de enfrentar, y que son provocados por un par de factores esenciales.

En primer lugar, los personajes conviven en un ambiente de injusticia e inmoralidad incontrarrestable. El protagonista busca hacer justicia; pero el contexto le empuja a cometer acciones injustas para reparar el daño. Como el ambiente es propicio, nadie lo cuestiona, salvo sus propios sentimientos de culpa.

Es el sentido del dilema moral. Por ejemplo, en Sin City, cualquier cosa puede ocurrir. Entre putas, mafiosos, clérigos, abusadores y charlatanes, un disparo es más justo que un martillo, aunque sepamos que no es lo correcto. Lo mismo podríamos esperar de Batman, su persecución de la justicia en la temible Ciudad Gótica y su necesidad de venganza sobre los criminales. En Caso 39, Emily —protagonista— intenta salvar a Lilith de las sospechas hasta que descubre al ser terrible que vive dentro de la pequeña. ¿Es correcto matar a una niña aunque sea una demonio que asesina a todos sus cercanos?

Estos dilemas morales determinan las acciones que toman los personajes. Como sabemos que ambos caminos son comprensibles, el bien y el mal, no sabemos a dónde terminará la historia. Y eso nos vuelve locos y con crisis de ansiedad.

¿Y si el protagonista decide ser parte del mal?

¡AAAAAHHH!

El segundo lugar, los cuestionamientos morales son puestos a prueba a través de las estrellas del thriller: los villanos.

Los antagonistas empujan a los protagonistas a cometer acciones cada vez más audaces y salvajes con el fin de contrarrestar todo el poder e inteligencia con que los antisociales cometen sus fechorías. Frente a la intriga, encontrar la luz requiere un comportamiento agresivo, casi fanático, de justicia.

Amamos a la Chica del Dragón Tatuado, pese a que la mayor cantidad de sus acciones están fuera del marco de la ley. Aunque si lo comparamos con las acciones del millonario villano, parece un juego de una niña anarquista. En Seven, David termina tomando la peor decisión luego de la mala decisión del villano de asesinar cruelmente a su esposa.

En definitiva, la oscuridad de los personajes es un componente atractivo para seguir sus vidas mientras avanza la historia. Nos mantiene interesados en resolver aspectos típicos del drama en medio de un misterio, a menudo, peligroso.

Una persona tiene dos caras.

El thriller solo genera suspenso si depende de investigadores… ¿«Interesantes»?

El protagonista del thriller debe ser un investigador nato, un curioso irremediable. Además, como es una historia oscura, el acertijo que se le plantea debe estar completamente relacionado con sus traumas.

De otra forma, técnicamente, no sería tan interesante.

Sin embargo, hay un «pero».

Profundicemos. Estas son algunas de las actividades típicas de los protagonistas de un thriller:

  • Parte de la fuerza de orden público: Detectives, policías, soldados, marinos o espías.
  • Profesionales «clásicos»: abogados, periodistas, médicos, psiquiatras, psicólogos, ingenieros de software, o cualquier tipo de funcionario de una organización gubernamental (sobre todo, en situaciones de conspiración).
  • Bajo mundo: presos, ladrones, prostitutas, sicarios, hackers.

¿Lo ves?

Contadas veces, los protagonistas de los thrillers suelen ser personajes comunes enfrascados en situaciones extraordinarias para resolver. No verás a un reponedor de productos de supermercado, un bodeguero, un oficinista, un conductor (salvo que pertenezca al bajo mundo), un barrendero, un cartero o un limpiador de baños (quienes sí tienen historias horrendas para contar). Lamentablemente, y por alguna razón, una persona común, de clase social media/baja (como la gran mayoría de las personas en el mundo), no reúne las condiciones para resolver un acertijo complejo. Mucho menos, como vimos anteriormente, tendrán líos para enfrentar su propia moralidad oscura.

¿Por qué la normalidad es tan poco «interesante»? ¿Es que sólo los profesionales tienen acceso a una vida compleja, que les inste a conocerse a través de los conflictos?

Tengo una teoría.

En narrativa, los autores buscamos gente con habilidades para resolver los conflictos de una trama. Un thriller plantea, de por sí, un dilema moral con consecuencias sociales importantes. Dejar un villano suelto por ahí es peligroso. Sin embargo, creo que los escritores y guionistas consideran que la gente «normal» no tiene las habilidades para hacer frente a las intrigas de personas poderosas. Digamos: ¿qué haría un barrendero para detener a un empresario? ¿Barrerlo?

Ahora, la pregunta para los autores de thrillers:

¿Y si barrer fuera la clave para encontrar una pista o, mejor, encontrar huellas?

Si el barrendero es un curioso nato, seguramente podría relacionarse con algún mafioso que busca esconderse. Y los problemas llegarían.

Todas las personas podemos ser protagonistas de un suspenso. Todo depende del contexto y de la creatividad.

Lo que me molesta profundamente de este estereotipo «profesional» es que tenemos inserto en el cerebro social que necesitamos un título colegiado —universitario o superior— para experimentar una vida con más posibilidades. Nos hemos llenado con esa basura arribista de que solo un profesional podrá tener una vida interesante. De otra forma, debes ser alguien que lucha demasiado; un criminal que hace de todo para sobrevivir en el salvaje sub-mundo. Una persona de una clase social inferior es sutilmente tratada como un ignorante sin noción de la moral, peor que un delincuente.

Como dije anteriormente, creo que la ficción fomenta, a través de sus personajes, el comportamiento de los espectadores. Así actúan los estereotipos. Frente a esto, creo que debemos cuestionar estos ideales si es que no queremos tener personas que cometan los mismos errores una y otra vez. Es la gracia del conflicto moral de los protagonistas en las películas de suspenso.

Busquemos modelos nuevos. No dejemos ver nuestros propios defectos, como el arribismo, como si fuera algo para enorgullecerse ni para fomentar en la audiencia.

En particular, quiero personajes humanos, reales; normales.

Además, la crisis universitaria nos demostró que no necesitamos un título para llevar una vida normal.

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Thriller y los estereotipos de género

Un profesor de guion me dijo una vez:

«La primera muerte en una película de suspenso siempre es una mujer».

Considero esta declaración como un declaración de lo evidente: las mujeres son las grandes desfavorecidas en los thrillers.

Si te fijas en los primeros thrillers, la mayoría de los protagonistas son hombres. De hecho, en las películas de Hitchcook, el maestro del suspenso, hay contadores, periodistas, detectives, abogados, etc; todos independientes, poderosos, audaces. Se comportan como machos cabríos ansiados por su valentía. Las chicas, en cambio, quedan relegadas como meras acompañantes, a menudo vistas como novias en búsqueda de marido o señoras buscando las andanzas de esposos infieles.

En otras palabras, las mujeres fueron subordinadas al mandato del hombre.

No obstante, los tiempos avanzaron y, con ello, cambió el rol de las mujeres en las películas de suspenso. Durante esta época comienza uno de los estereotipos más atractivos, y utilizado hasta el cansancio, para el género femenino: el personaje de la madre.

Obviamente, las madres llegan al extremo de la violencia para defender a los hijos. Si se pierde uno, es la primera en salir a buscarlo. Si lo amenazan o le hacen daño, es la primera en salir en su defensa. Es el núcleo del hogar; hará lo que sea para salvar a sus hijos y a su familia, su debilidad.

No obstante, la madre también está asociada a un marido o, si es separada, a una figura de protección y fortaleza ubicada en un hombre. En otras palabras,sigue estando esclavizada a una vida bajo la sombra de un hombre.

El estereotipo que escapa a esta figura de esclavitud es el caso de las espías: mujeres libres, duras, aguerridas y, sobre todo, sin hijos. Además, son buenas mozas. De lo contrario, no serían buenas espías (según el imaginario cineasta). Una variación moderna de este mismo arquetipo sería la de la «chica libertina», malviviendo con mucha seguridad (e incluso arrogancia) entre drogas y sexo desenfrenado.

Estos estereotipos evidencian que aún nos falta trabajo para explorar otras características de las personas siendo normales, tanto de hombres como de mujeres. ¿Por qué Liam Neeson no pudo ser un dueño de casa, sensible y hasta florista en Búsqueda implacable? ¿Por qué Nicole Kidman no fue a la guerra y resolver el conflicto de sus hijos de la mansión en Los Otros? ¿Por qué un padre de amarrado a sus hijos, menos independiente y menos inteligente pudo haber cambiado su rostro con Nicholas Cage en Contracara?

¿Y por qué los hombres siempre deben estar portando una maldita pistola?

Un barrendero juzgando a un ejecutivo

Un thriller con personajes reales

En conclusión, lo malo de los thrillers en la actualidad es que no representan a las personas comunes; al público que va a verlos al cine o que busca películas de suspenso en Netflix.

No me parecen interesantes. No sé si a ti te pasa lo mismo, lector.

Mi propuesta es elaborar protagonistas mayor verosimilitud, gente que viva de forma común; por ejemplo, que trabaje en cosas comunes, que sus familias disímiles estén peleadas y que odien a sus compañeros de trabajo, con los que jamás podrán contar.

Si bien la característica intrínseca de un thriller es mantener personajes oscuros, que muestren las oscuridades de esta época, y que dejen de comportarse como simples estereotipos obsoletos con alguna característica inclusiva forzada.

De hecho, si lo piensas bien, mientras más se acerca el thriller a nuestra realidad, más suspenso genera a lo que puede suceder.

Porque podría sucederte, precisamente, a ti.

¿Te gustan los thrillers? ¿Qué opinas de sus personajes?

Te leo en los comentarios, querido lector.

¡Nos vemos!

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