La pasión por vivir del arte

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Artículo que representa mi pensamiento e interés como artista. No pretende herir a nadie. Estar en desacuerdo también es válido.

Aarón Jesús

─¿Qué quieres ser cuando grande?

Es la pregunta más recurrente cuando entramos a la escuela por primera vez. La respuesta común es la elección de una profesión importante para la sociedad: Policía, veterinario, bombero, médico, etc. Un orgullo para nuestros padres.

Aunque, también, a varios padres les empieza un pre-infarto cuando sus hijos dicen: «artesano», «músico», «karateka», «escritor», «dibujante»…

Conforme pasa el tiempo, y tenemos que decidir nuestro futuro de adultos, la pregunta se torna más complicada:

¿Qué quieres ser cuando grande?

Todavía nos da miedo decir: «artesano», «músico», «karateka», «escritor», «dibujante»…

Y no sabemos qué hacer.

¿Cuál es la decisión correcta? ¿Por qué no, simplemente, elegimos lo que nos dicta nuestro corazón?

Porque no queremos decepcionar a nuestros padres.

la promesa de una «vida mejor»

El miedo a elegir nuestro futuro proviene de la incertidumbre por alcanzar una vida placentera, sin pesadumbres económicas ni sociales. Se espera de nosotros que seamos «mejor que nuestros padres»; pensando en mantener un status económico más alto y estable, sobre todo para quienes sus padres sacrificaron de todo para dar lo mejor que podían dar a sus hijos. De hecho, familias enteras se sacrifican y apuestan por sus mejores talentos para surgir económicamente o, dicho de otra forma, «tener éxito en la vida»: independencia económica, mantener un hogar, viajar, auto, ropa de marca, gimnasio, propiedades, negocios personales, familia, etc.

Una buena decisión «asegurará» el futuro. Pero, ¿por qué esa es la decisión correcta?

Normalmente, se piensa que el dinero rige el bienestar, por lo que se suele elegir el camino que otorga los mejores beneficios económicos. Básicamente, la estrategia se basa en, primero, formarse académicamente en una carrera «rentable» y, luego, acaparar dinero para lograr los objetivos haciendo usufructo de esos conocimientos. Y si no puedes formarte, trabaja con la promesa de formarte en el futuro. Casos de sobra para lograr este éxito existen por todos lados. Es la gran propaganda del progreso de nuestra sociedad: esfuérzate y vencerás.

Pero esforzarse en ganar dinero no es lo mismo que esforzarse en ejercer su pasión. A menudo se tiene miedo de no lograr la estabilidad económica necesaria para mantenerse haciendo que lo nos gusta. Se espera que trabajemos para ganar dinero.

Y fuera los sueños de ser «artesano», «músico», «karateka», «escritor», «dibujante»…

Un sacrificio demasiado grande. Tanto que terminas negándote a ti mismo como individuo.

El camino del dinero, la vía a la muerte

Es verdad; desde cierto punto de vista, el dinero controla todo, por lo que es natural elegir este camino. De hecho, si te gusta el dinero, puede que encuentres el camino al que perteneces. No obstante, normalmente la vida se expresa en otros deseos personales, en aquello que le da forma a nuestro carácter y personalidad. Son esos gustos personales, aquello que nos atrae. Aquello para lo que nacemos.

Por eso siempre estamos ahí, viviendo por dinero y agobiados por aquello que nos apasiona.

A menudo nos engañamos pensando en que podemos gastar nuestro dinero en comprar cosas que nos acerquen a nuestras pasiones: instrumentos musicales, videojuegos, equipos deportivos, máquinas fotográficas, abrir negocios alternativos, etc. Siempre a medias tintas, como zombies: mitad vida, mitad muerte.

Irónicamente, a esto se le llama «responsabilidades» o «adultez». Como si matar los sueños o no invertir en ellos fuera sinónimo de llevar una vida responsable.

Después de conocer esto, y si lo analizas bien; ¿para qué vas a gastar tu tiempo innecesariamente para hacer algo que, realmente, no quieres hacer?

Y volvemos a la misma pregunta: ¿por qué las personas dedican su vida a algo que no sea la pasión?

¿De qué te sirve tener tantas cosas si nunca podrás disfrutarlas? ¿Si nunca podrás manifestarte como tú eres?

¿Vale la pena vivir una vida completa sufriendo por la perspectiva de un «futuro mejor»?

la pasión es la respuesta

No te engañes. Cuando tu alma vibra por la pasión, hasta la miseria se vuelve el Paraíso. Es el único futuro que vale. Y se nota: en tu risa, en tus ganas, en tu vida. Los demás también lo disfrutamos. Es un placer de la vida. Es lo que vale.

La pasión es la expresión del carácter. Es la manifestación de nuestra personalidad, contenida en los quehaceres de los que disfrutamos. Por ejemplo, en mi caso, la ficción me llena porque mi cabeza siempre está pensando locuras. El sentimentalismo de mis relatos es igual a la forma en como siento la vida. La forma de explicarlo es la misma forma en cómo estructuro mis pensamientos.

En el acto de ejercer lo que me gusta, soy yo. Es pasión pura, ese sentimiento que te parte el alma en un regocijo eterno. Es encontrar a Dios adentro de ti. Si no sabes a qué dedicar tu vida, esta es la única respuesta que necesitas: haz algo que te haga auténtico. Para eso, conocerse es primordial.

remar contra la corriente

Sin embargo, a menudo se tiene la noción de que seguir la pasión es sinónimo de un esfuerzo extremo que no siempre es bien retribuido. En otras palabras, se piensa que la pasión no permite sobrevivir en esto tiempos. Y es un pensamiento válido si consideramos el estilo de vida de algunos rubros en contextos donde no son bien considerados como, por ejemplo, el caso de los artistas en América Latina.

A menudo, los artistas deben luchar a diario con poder vivir del arte en un ambiente difícil, pues cierta parte del público piensa que el arte se debe sentir y no cobrar. De hecho, algunos se sienten con el derecho de discriminar a quienes tenemos el coraje de cobrar por nuestro trabajo. También tenemos que considerar que los pocos recursos económicos de las personas hacen que privilegien entre la necesidad de sobrevivir y la de abstraerse; y donde el arte es claramente desfavorecido, pese a ser muy importante. Así, aún se piensa que los artistas «vivimos del amor al arte». Literalmente, «comer arte». Y, en la perspectiva, varios artistas terminan abandonando su vocación o compartiéndola con un trabajo remunerado en cualquier cosa tediosa que nunca llenará su corazón.

Y caemos al tema del dinero otra vez.

Sin embargo, lentamente las responsabilidades económicas en cosas que no nos gustan empiezan a secuestrar el tiempo de las cosas que sí nos gustan. Y el castigo por dejar de lado nuestras pasiones es tan grande como el sacrificio porque, finalmente, la gente que se dedica a cualquier cosa que no sea su pasión termina agobiada, triste y amargada.

No se disfruta del acto vivir. Se fantasea y se despierta en la realidad, como quien recupera la consciencia después del coma y se da cuenta que le falta una pierna y jamás volverá a caminar. Cuando nos damos cuenta, la vida se vuelve vacía y constantemente nos preguntamos: «¿y qué hubiera pasado?».

Vivir en el remordimiento por una decisión personal. Eso sí es irresponsable con uno mismo.

pesimismo contagioso

Lo peor de vivir con la amargura en el alma es que esta se vuelve contagiosa. Algunas personas son peores que un virus; contagian a todos quienes intentan ejercer su pasión como forma de vida con el pesimismo de llevar una vida «responsable». Gente triste, desaliñada y que termina «oliendo mal»; sus propios sueños se pudren dentro de sí mismos y ni el mejor perfume será capaz de ocultarlo. Sus semblantes robóticos y ánimos siempre cansados, como pidiendo anticipada la gratitud de la muerte, me recuerdan a las personas que terminan con el corazón roto.

Prácticamente, la vida los rompió. El contexto y sus propios miedos.

Sin embargo, el surgimiento económico es real. Conozco varios que tienen auto, casa y viajes, y publican sus fotos por todas partes para que el mundo sepa que es exitoso; como si las decepciones de llevar una vida realmente placentera se pudieran enmascarar tras tantas cosas materiales. Incluso tener hijos para esas personas se vuelve un motivo de orgullo. No obstante, esta amargura contagiosa se hereda a los hijos a través de los ejemplos. Y los hijos crecen atrapados en la misma pregunta:

¿Qué quieres ser cuando grande?

Sin duda, no puede haber algo más triste que estar educados en la decepción. La normalización de un mal heredado.

Pero la pasión es rebelde. Y, como aquel amante por siempre enamorado, siempre haya la manera de volver a nosotros.

Entonces, ¿qué hacer?

elige la pasión, siempre

Lo que pasa en este tema es que, si bien el contexto es difícil, vivir de la pasión puede ser un verdadero desafío. Y para asumir el desafío se requiere valentía.

Pero, te digo, los corajudos se salen con la suya. Esa es la forma en cómo nos enseñan los emprendedores a surgir. En otras palabras, para poder vivir de lo que nos gusta necesitamos ver nuestra pasión como nuestra mejor inversión y nuestro mejor negocio.

No, no son esfuerzos vanos ni un caso perdido. La pasión tiene el poder de inundar el alma con coraje y motivación. Incluso, las cosas se desarrollan de forma tan natural que la vida no parece «tan esforzada» como se piensa.

Conozco múltiples casos ─ilustradores, cantantes, artistas circenses, guionistas, actores, deportistas─ que han tenido éxito. Claramente, nadie les regaló nada; hubo mucho esfuerzo tras esto. Pero a todos ellos cada vez les va mejor. Y son mucho más felices. Es agradable compartir la vida con ellos. Hacen lo que le apasiona, y no se preocupan de algo tan banal como el dinero, sino de algo muchísimo más importante: ser felices.

La pasión abre caminos hacia el futuro. Una vez que la descubres, inunda tu alma y solo hay espacio para manifestarse. Lo vivo a diario, en cada momento que pienso en mi incipiente, pero decidida carrera como autor. Es una especie de fuerza interior que te lleva a manifestar lo más puro de tu alma. Es el poder hecho carne y, ciertamente, se convierte en un propósito para vivir.

Así que, cuando te toque decidir a qué dedicarte, que la respuesta siempre sea: «quiero dedicarme a ser yo». Porque el futuro se va a acomodar a cualquier cosa mientras sigas siendo tú.

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