La ficción -punk, ¿ya no es Punk?

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El Punk (inglés: desgarbado, agresivo) fue un movimiento nacido en los 70′ para referirse a una cultura en rebeldía con los defectos sociales. En palabras extremadamente simples, es como una nueva forma de llamar a la Anarquía.

El concepto es atemporal: siempre se puede criticar a la sociedad y sus estupideces. Y, en mi opinión, es sano que esto ocurra, ¿sabes? Las cosas merecen una mirada rebelde, algo contrario, un Satanás que nos recuerde que mientras actuamos, también ocasionamos consecuencias. Que si nos portamos mal, iremos al Infierno.

Como todo buen artista, me encanta la crítica. De hecho, Punk podría ser mi nuevo discurso de venta. Lo malo está en la caricaturización del movimiento, vestidos de pantalones apretados, botas de militar, pelo en puntas y aros hasta en el frenillo del p…

Los movimientos literarios hacia los 80′ propusieron este tipo de contracultura para elaborar ficciones conflictivas, críticas y con ansias de reflexión social, pero que al mismo tiempo cuentan una historia entretenida. Así nace el cyberpunk, la clave del inicio de estos movimientos que caracterizan a las ficciones punks.

El problema es que la moda y el tiempo, como siempre, erosionan los valores iniciales para convertirlos en meros esteticismos, algo decorativo y plagado de clichés. Finalmente, el movimiento se convierte en una fábrica de pusilánimes ardientes por agradar a la masa, no para provocarla. El asunto se convierte, inevitablemente, en una caricatura devorada por la misma cultura social que se critica, una forma de arte servil y hasta panfletero.

Con dolor, debemos admitir que el Punk ya no es punk. Es una muestra de fanáticos alimentando al poder.

Ficción punk

Existen numerosas ficciones del tipo -punk, cada una con un sello artístico propio. No obstante, todas tienen en común las mismas características que constituyen la base de su movimiento.

Una estética singular asociada al mundo al que representan

El desarrollo del mundo es clave para entender las historias de este tipo de ficción. El escenario, en general, está recreado a partir de la realidad que experimentamos hoy en día, pero con una exageración de los males sociales o ambientales que están ocurriendo ahora mismo, o por un desarrollo tecnológico que provoca un cambio cultural tan imporante que la gente vive en función de ello; por ejemplo, el internet. Así, nos encontramos en mundos post apocalípticos, ciudades bajo el mar, humanidad super desarrollada, tecnología super desarrollada, etc.

Estas ficciones ponen énfasis en las sombras, los colores, los objetos y el estilo de vida; es decir, el desarrollo de una forma de arte particular única para estas historias y que no comparte con ninguna otra. Una historia biopunk no trata de relojes, sino de seres vivos alterados por la genética a niveles grotescos. Habrán laboratorios, químicos, grandes contenedores de cuerpos humanos, etc. Por el contrario, una ficción clockpunk pasa de la genética y se concentra en el mecanismo de relojes, engranajes y, por qué no, diamantes y oros. A su vez, el cyberpunk, la madre de los géneros, habla de un mundo donde la tecnología corporativa se fusiona con una sociedad sometida a sus designios como si fueran sus amos.

Aunque en esta vida hay de todo. La imaginación es el límite. Ella es nuestra Diosa.

Ficción especulativa

Las historias se construyen a partir la especulación sobre un hecho del pasado o un hecho del futuro. ¿Qué significa esto? Que la sociedad tomó un camino y eso condicionó las reglas del presente o, por otra parte, tomará un camino que cambiará las reglas de su futuro.

Algunos ejemplos: ¿que habría pasado si la II Guerra Mundial la hubiesen ganado los nazis? ¿Qué pasaría si al mundo, de pronto, le diera por someterse a implantes quirúrgicos para formar metahumanos?

La sociedad cambiaría. Sus problemas serían otros. Los personajes, tendrán que enfrentar los conflictos en sus propios mundos en esa línea temporal bifurcada.

La intención de especular es advertir e imaginar los caminos que toma la humanidad si se sigue comportando como lo ha hecho hasta ahora. Es una crítica social y política contundente hacia un futuro pesimisma, pero con cierta cuota de realidad.

Quiebre del orden establecido

Un punk lucha contra los vicios sociales. Busca que las personas comprendan que viven sometidas a un orden específico que les impide ser felices o desarrollarse completamente como seres humanos, a menudo, por culpa de un poder o un sujeto poderoso que busca controlar su destino para su propio beneficio.

Nada nuevo bajo el sol.

Es la gracia de esta ficción. La crítica se desata con rebeldía, de forma transgresora, nihilista, contestataria. Esta característica puede trascender incluso a la misma crítica. El Solarpunk (o Greenpunk) se pone en contra de un sistema pesimista y trata de mostrar un mundo más esperanzador. El sistema, mágicamente, se vuelve feliz y ecológico porque los autores ya no quieren más amargura en sus vidas.

Como amargo, les diría que un libro de Coehlo les vendría de perlas.

Héroes oscuros y marginados

Lógicamente, si estás fuera del sistema debes marginarte. La gran masa no quiere a los distintos si no contribuye a sus propios vicios.

Los protagonistas de estas ficciones, necesariamente, deben formar parte del underground para criticar y luchar contra el sistema. No se puede criticar al sistema con una postura positiva sobre él.

Como marginados, todos estos héroes son oscuros. Muchas veces, antihéroes. Son cínicos, marginales, están desilusionados y viven en rebeldía. Incluso, en algunas historias los podemos ver en una búsqueda infructuosa de la tranquilidad, cansados hasta de ellos mismos y de los conflictos contra mega sociedades corruptas y organizaciones con mucho poder.

Lamentablemente, no tienen la posibilidad de ganar. Eso convierte a estas ficciones en algo pesimistas en un afán de mostrar algo de realidad.

El gran problema: ser punk es una moda

Todo movimiento se desarrolla en el tiempo hasta transformarse en una antítesis de los valores que una vez defendieron. Vives lo suficiente para convertirte en el villano.

Es el gran dilema de la vida.

La moda transforma al mundo en una basura. La gente se vuelve frenética por encontrar su identidad en los movimientos que parecen una alternativa a los abusos de la normalidad. Esto no pasa desapercibido por grupos que intentan canalizar estos descontentos y convertirlos en oportunidades de ganar poder o dinero. La política lo utiliza para ganar adeptos. Las empresas lo utilizan para vender más. Y la publicidad lo alienta.

Finalmente, someten a los tontos inocentes a competir por quién demuestra más el valor de la rebeldía y terminan consumiendo, consumiendo, consumiendo. Así mataron al Rock. Destruyen al movimiento LGBTI+. Y devoraron a las ficciones –punk.

La Gran Puta de Babilonia los absorbe a todos.

Ojo, no es que esté en contra de que estos movimientos se masifiquen. Si se conservaran los valores tradicionales que dieron origen a esta contracultura, no habría ningún problema. Pero pelear contra las grandes corporaciones implica criticar a quienes ejercen poder. Y el consumo de por sí logra que los conglomerados poderosos continúen su senda de poder, adaptando el discurso a las nuevas protestas sociales, pero sin interés alguno en resolverlas.

La prueba: como dominan la escena, tienen la posibilidad de censurar. Y en el afán de no perder a la audiencia, los artistas adaptan sus obras a críticas superfluas y carentes de sentido para evitar esta mordaza.

El «buenismo» de las modas.

Ahora bien, ¿qué ocurre con las ficciones –punk en concreto?

Se deshacen de lo anárquico y, al final, solo conservan la estética única por la cual se hicieron conocidas. Son obras bonitas que recuerdan mejores tiempos, que atraen al nostálgico y al coleccionista. Es algo parecido a lo que pasó con Cyberpunk: Edgerunners, una obra quizás crítica, pero para nada novedosa dentro del género con la actualidad.

Una mera decoración que no ayuda a las personas a pelear por sus objetivos y por el bienestar social. Pero para el poderoso, es mejor que seas oveja con un disfraz de lobo en vez de que seas un lobo que pelea por la comida y convence a otros para que luchen con él.

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¿Y el terror? Splatterpunk al rescate

El Splatterpunk es el único –punk del terror. Pero, ¿corresponde a la clasificación?

En teoría, sí. En la práctica, cuesta detectarlo un poco. Creo que la sangre, las vísceras y la violencia distraen un poco de la característica del mundo ficcionado. Eso sí, es algo asqueroso, pero sumamente creativo y explícito. Una especie de horrorploitation cuyo exponente más conocido lo encontramos en la figura del enorme Clive Barker.

La intención del splatterpunk es que el espectador explore el placer de la carne y las vísceras. Es para un tipo de público al que yo llamaría «fetichistas de la sangre», uno que no busca horror sino carnicería.

Hasta cierto punto, es algo admirable. No obstante, bajo toda la repugnancia de los fluidos, este tipo de ficción se esconde una crítica hacia los placeres culpables de los seres humanos. La sociedad es retratada como cada vez más permisiva ante el placer animal, placeres peligrosos que te llevan hacia desmembramientos, sexo desenfrenado, y ríos de fluidos vitales. Los personajes, cansados de luchar, acaban sumergidos en la aceptación de sus propios males.

¿Está muy alejado de lo que es el terror?

Para mí, no.

El horror de por sí ya es contracultural. Normalmente, identifica problemas sociales para ocasionar el miedo en los lectores y espectadores. El slasher se funda en el miedo de psicópatas acosando a los porfiados adolescentes. El folk horror se caracteriza por el miedo a las localidades aisladas, sometidas a la religión y a la ignorancia. El terror psicológico explora el miedo que producen las enfermedades mentales en un entorno que condena a los locos, normalmente, capitalista.

Para más profundidad, descarga mi guía caprichosa de los subgéneros del terror.

Ahora bien, ¿por qué el terror no es –punk?

Una razón que se me ocurre es que este tipo de cosas frikis no son motivo de orgullo social, lo que provoca que nos entierren en un lugar mucho más bajo que el punk. Otra razón, más realista, es que el terror ha pecado históricamente de superficialidad en beneficio de los sustos. Es algo muy parecido a lo que ocurrió con el punk y el ansia de agradar a la audiencia con objetos de consumo, bastante lejos de lo «artístico».

Se me hace que a esa gente ni siquiera sabe lo que significa una crítica. Solo quieren verse como rebeldes al igual que los que usan camisetas del Che Guevara. Al final, son niños olvidados en búsqueda de amor.

No se me ocurren más razones. Los comentarios estarán abiertos para quien quiere colaborar.

El desafío punk

Lo importante, más que nunca, es rescatar esa contracultura, sobre todo cuando ya nos acercamos a un mundo muy, pero muy parecido a lo profetizado en el cyberpunk.

El problema está en llevar una postura contraria al status quo. Ante la aparición de una posible censura, ¿qué hacer?

En la realidad, algunos artistas, sin ser necesariamente punks, son respetados por llevar una postura contracultural, precisamente. Son capaces de llevar su arte a puntos conflictivos con un alto grado de inmersión en la obra. No hablo solo de literatura o cine, también cabe la música, la danza, el teatro y la pintura. Gente ávida de consumir estos contenidos los buscará aunque sea en el underground o la piratería.

Ejemplo en Chile: «La Pasión de Cristo».

El mundo está atravesando una crisis global motivada por un poder codicioso sin control, y que amenaza con la supervivencia completa del planeta, no solo de los seres humanos. Necesitamos una ficción crítica, contundente y subversiva para orientar a las personas a cuestionarse su realidad y salir en defensa de su propia libertad, de la libertad de las personas.

No somos un maquillaje. Somos más que eso. Somos más de lo que nos dicen qué ser y qué hacer.

Eso sí, como palabras finales, recomiendo deshacerse de la etiqueta punk. Al final, solo es moda para posar y para consumir. Lo mejor es fomentar el pensamiento crítico.

Porque mientras la gente piensa, el poder pierde sus brazos. Y todos viven libres.

¡A luchar!

Pregunta para ti, ¿crees que el terror tiene la responsabilidad de ser -punk?

Espero tu respuesta en los comentarios.

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