Una sensación de vacío; eso fue lo que me dejó «Inside» (Playdead, 2016) luego de 5 horas de huida y acertijos.
Obviamente, lo digo porque el videojuego es maravilloso. Y provoca.
Severamente.
En la historia seguimos la travesía de un niño que huye de un complejo científico. Al principio parece un thriller en que escapas de guardias y científicos malvados; pero, progresivamente, se transforma en una trama macabra sobre experimentos egoístas, interesados en someter a los seres humanos para sus propios caprichos y sin considerar el daño ambiental.
Que el protagonista de «Inside» sea un chico en medio de una tempestad depresiva, choca en la cabeza. La sensación de agresión social es brutal. En algún momento te preguntas: ¿Qué está haciendo ese niño ahí? ¿No se cansa de huir? ¿Por qué un chico merece un castigo tan cruel para que lo traten como a un ratón de laboratorio?
Es todo un conflicto entre el deseo de libertad en un mundo controlador.
Dentro del juego también existe inserta cierta crítica hacia la segmentación de las clases sociales. Mientras la clase alta manipula, controla y experimenta a su antojo, la clase obrera es estupidizada para seguir órdenes, sin voluntad, sin razonar y, por ende, sin rebelarse. Lo peor es la aparición de figuras infantiles acompañando a los adultos en la crueldad de este complejo. Es como si los creadores nos dijeran: «la maldad es un proceso que se aprende de los padres».
Y nada más cierto que aquello. Creo que es el gran problema de las clases sociales y la sensación de aporte a la sociedad de quienes jamás fueron criados para aportar, si no para consumir y devorar.
Al final, es una obra triste. Al igual que el videojuego anterior, «Limbo» (2010), la presencia de un soundtrack que invita al sigilo, a la melancolía y al dramatismo se alterna con la ausencia de música, que nos somete al más puro terror y alerta que despierta los sentidos.
Y los necesitarás. Para huir se requiere estar muy atento.
Quizás necesitemos estar más atentos al maltrato. Un chico que huye de los avances tecnológicos sin consideración ni empatía, es la pérdida de la inocencia en medio el individualismo, el egoísmo y la crueldad humana desatada.
Y, a menudo, normalizada.








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