No sé por qué llegué a Algernon Blackwood. Me pareció que, después de leer «sobre lo sobrenatural en la literatura» de H. P. Lovecraft, sería una buena referencia para entender las alabanzas de Lovecraft sobre este autor.
Cuando leí «Los Sauces» lo comprendí. Es, sencillamente, maravilloso.
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¡Venus atrapamoscas gigantes! ¡Raíces chupasangre! ¡Plantas parásitas de cerebros! ¡Enredaderas poseídas! ¡Esporas que incitan al suicidio!
¡¡TODA LA PERVERSIÓN DEL TERROR EN FORMA DE PLANTAS!!
Y que, probablemente, no conocías.
Porque, ¿quién conoce al Terror Botánico?
Digo, ¿a quién se le ocurriría que algo tan inocente y noble como una planta pueda hacer daño?
A los artistas de terror se nos ocurre, lector. Y, a decir verdad, yo tampoco conocía muy bien el Terror Botánico como clasificación. Así que me puse a investigar.
Ten tu herbicida a mano por si acaso.
Cuento.
La Gran Ciudad es un paraíso de vegetación tras el desastre químico que provocaron sus habitantes. Años después es un paraíso de vegetación donde un ecologista radical intentará disfrutar de las bondades vivir en su ciudad sin la toxicidad de los seres humanos.
Pero, ¿la ciudad realmente los quiere de vuelta?
Una reflexión sobre las consecuencias de nuestras propias huellas y lo que, eventualmente, podría hacernos.
Cuento.
Simón Ángel, el Gran Adivino, es un clarividente tan exacto que ha salvado miles de vidas, evitando las catástrofes antes que existan. Su poder puede influye en hasta en los gobiernos. Pero, ¿qué puede el poder hacer cuando tienes el infortunio de adivinar tu propia y cruenta muerte?
El fin del mundo será pronosticado por charlatanes y aprovechadores.