«Entrevista con el Vampiro» fue la primera novela de terror que leí. Tenía once años y, obviamente, me marcó. Los niños a esa edad son una esponja.
Recuerdo que fue todo un símbolo de rebeldía. Mis padres ni siquiera me dejaban ver «Los Cuentos de la Cripta». De hecho, la única aproximación al horror había sido la serie «Escalofríos» de R. L. Stine; cosa entretenida, pero que sinceramente no da miedo. Sin embargo, en ese tiempo la película ya había sido estrenada, la pasaban por la TV y ya la había visto dos veces. Pensaron que juntar unas letras no sería gran problema. Toda una bendición.
Quizás por eso la muerte de Anne Rice me afectó. No es que sea un gran fanático de ella, pero reconozco el valor de su obra con mucho cariño. Esa obra fue la puerta de inicio en mi camino hacia la ficción de género. Los elementos que la componen no solo la convierten en una gran obra de terror, sino también en un referente de cómo reinventar un monstruo que, hasta ese momento, ya había sido suficientemente manoseado.
Toda una forma de sembrar contexto en el horror de forma efectiva, realista y, por ende, cruel.
El Vampiro como personaje dramático
Ahora que lo pienso, y hasta antes de esa obra, los vampiros eran caricaturas de su propia esencia: seres salvajes, inmortales y sedientos de sangre; pero con fobias ridículas. Las estacas podrían haber sido reemplazadas por balas, algo mucho más efectivo para reventarles el corazón. O los crucifijos, como si realmente la religión tuviera el poder de acabar con los demonios que inventa. Y el maldito ajo. Digo, ¡comían sangre! El aliento putrefacto no iba a empeorar más.
El vampiro sucumbía a sus propias debilidades. Disfrutaba su aparición más por risa y satisfacción que por miedo. A esos cortos once años, me parecía que un disfraz con colmillos plásticos tenía más credibilidad.
Sin embargo, gracias a Anne Rice y la irrupción de «Entrevista con el Vampiro» se re-planteó el modo de ver a los vampiros en la ficción. Ahora sentían. La incompatibilidad de la dualidad de su ser, mitad humano y mitad demonio, cuestionaba la moralidad de su propio comportamiento.
Y del nuestro también.
Porque, ¿somos asesinos despiadados en disfraces de humano civilizado?
Ciertamente, la obra te hace ver a los vampiros de forma más humana y, por ende, mucho más cercana. Los terrores ya no son simplemente terrores, sino un mar de contexto.
Una buena introducción para entender que los monstruos también sufren.
Tras ver la película, de pronto sentí la necesidad de acercarme más a los bullies de mi colegio. Se volvieron tan humanos como los demás. Podían ser «amigables». Bueno, excepto los que discriminan…
Por otra parte, también descubrí que tenía un cierto aire melancólico en mi personalidad. Me sentía profundamente conmovido por el personale de Louis de Pointe du Lac, un vampiro que había perdido todo a los 24. Para mí era una eternidad. Era justificable que, desastrado y depresivo como estaba, terminara transformándose en vampiro.
Su conflicto con la muerte lo sumió más profundo en una depresión interminable. Una vida de infierno.
Sin embargo, el bullying no da tregua. Hay niños (y posteriormente adultos) que no comprenden el cariño. Me parecía que mi vida sería un infierno similar. Al menos, quería tener una esperanza de afrontarlo. El personaje estrella de las Crónicas Vampiras de Anne Rice, Lestat de Lioncourt, me daba una perspectiva de cómo hacerlo.
Lestat es un salvaje. Comprende muy bien el vampirismo desde el punto de vista de la supervivencia: escondido en las sombras y siendo agresivo cuando debe matar. Me aventuraría a decir, no obstante, que es un personaje con una profunda ira contenida en el interior. Busca comprensión y compañía. No de esa física, sino del alma.
No está tan lejos de lo que sentimos los que fuimos abusados: escondidos y, a ratos, violentos. Quizás por eso uno se siente tan atraído por Louis, un personaje que sí siente el dolor.
Los otros vampiros de la obra también encuentran a atractivo a Louis por esta dualidad entre el sentimiento y su propio salvajismo. Asocian su pena al alma.
¿Es que el dolor es sinónimo de vida en un ser humano?
Eso definía mis motivaciones en mi estilo de vida. La empatía con los olvidados es algo que jamás se puede olvidar.
(De hecho, hubo un tiempo en que lo olvidé. Pero eso es parte de otra historia)

El sentido de la vida y de la muerte
La muerte es algo difícil de comprender. Tiene un significado evolutivo, pues en todas las etapas de la vida adquiere un sentido distinto. Considero que una de las obras más completas en este ámbito es «Cementerio de Animales» de Stephen King. Sin embargo, los vampiros de Anne Rice en «Entrevista con el Vampiro» tienen un elemento distinto que aporta mucho a la discusión.
Un vampiro no puede morir. Es más, para sobrevivir debe matar. Pero, ¿qué pasa cuando el personaje principal no quiere hacerlo? De hecho, intenta por todos los medios de conciliar su vampirismo devorador con el vivir en una comunidad civilizada. Lamentablemente, no lo consigue. Ningún ser salvaje como un vampiro podría. Solo le queda sufrir la culpa de su naturaleza asesina.
Esta es la razón por la cual «Crepúsculo» no funciona. En esta obra, la muerte no es algo que duela. Quitar una vida no se vuelve algo atroz. Transforma a los vampiros en caricaturas con su afán de romanticismo adolescente cliché y lo echa todo a perder.
Los vampiros son personajes que definen a los seres humanos como simple alimento. Me imagino que ven pollos, rábanos, apios, manzanas caminando por la calle y se alimentan de ellos como quien elige la comida en el supermercado.
Eso me hizo pensar que ante la perspectiva de vivir para quitar otras vidas; ¿puedes vivir con la consciencia tranquila sabiendo que cortas a otros el derecho a su propia vida? ¿O es que solo vivimos como ovejas para los lobos que asechan?
¡Qué escándalo para los veganos! ¡Y para el Conde Pátula!
El trauma de vivir congelados en el tiempo
De niño quería ser eterno como Highlander, el Inmortal. Me parecía envidiable ver a las personas adultas transformadas por el paso del tiempo, conformes con su vida y con lo aprendido. Digo, esa persona parece que tiene todo más fácil gracias a que pudo aprender cosas y crecer. No obstante, me parecía terriblemente injusto que ese crecimiento viniera acompañado de la vejez. Es el costo de la sabiduría.
Frente a estas situaciones, uno llega a preguntarse si realmente tiene sentido la vida mortal. Y puede que sí, pero si lo ves desde el punto de vista de un vampiro, ¿tiene sentido la vida inmortal?
Louis tenía depresión. Lestat abrazaba el resentimiento. Claudia jamás creció, y no pudo desarrollarse debido a su apariencia infantil. Eran humanos encarcelados en sus propios cuerpos, con un sufrimiento infinito e infernal. Es cierto, hay mucho tiempo para comprender, pero la perspectiva de una vida infinita en el sufrimiento y en el resentimiento también asusta. Mucho.
Quizás estaba pequeño al momento de responder esas preguntas. No quería ser eternamente niño. Pensar en ello me dio una mejor perspectiva sobre la inmortalidad.
Por otra parte, estaban los vampiros en el Teatre du Vampires, en París. Armand, su líder, se aburrió de su propia estirpe por considerarla obsoleta, decadente; una simple caricatura de lo que alguna vez fueron. Jamás iban a poder adaptarse a los tiempos porque no quisieron. O no pudieron. Su desprecio por la vida les pasó la cuenta.
A través de esta analogía, considero que Anne Rice explica de muy buena forma el por qué las obras de vampiros perdieron su brillo. En este sentido, no solo la obra es brillante, sino que da las claves en el mismo libro para renovar las ideas. Es una influencia muy importante para la nueva camada de autores que busca dar un sentido a las nuevas obras de terror sin convertirlas en una caricatura.
Anne Rice mató al vampiro y le dio sangre nueva.




Niños caprichosos jugando a quemar hormigas.
Crecemos temiéndole a los monstruos. No solo son horribles, sino que son peligrosos. Los vampiros son personajes poderosos en extremo. De hecho, en las novelas de Anne Rice solo mueren por el fuego o la luz del sol.
A sabiendas de su poder, los vampiros de «Entrevista con el Vampiro» son como niños que ejercen su poder sobre otras criaturas de forma caprichosa. Bueno, no vamos a decir que en el resto de las obras de vampiros no ocurre, pero en esta obra se torna interesante porque el vampiro es más «humano». Son conscientes de su propia maldad. Y lo que es peor: los protagonistas provienen de una vida mortal. Ellos pudieron ser las víctimas.
Recuerdo muy bien a mis bullies. Algunos eran seres detestables. Su condición física favorable les permitió aplastar a los demás por pura malicia. No obstante, también sufren. Son humanos. Entonces, uno se cuestiona: ¿por qué hacen eso? ¿Qué sentido les hace el superponerse a los demás? ¿Por qué necesitaban abusar del resto?
Muchas veces quise tener un poder tan grande para poder hacer justicia por mis propias manos. Que sufrieran con el mismo dolor que yo lo hacía. Que entendieran de qué se trataba. Luego de leer Entrevista con el Vampiro creo que ya no tenía las mismas intenciones.
Una vez que aprendes la empatía, el sufrimiento de la culpa se vuelve escalofriante, ¿no?
Al menos, preferí creerlo así. Eso me trajo mucha paz en momentos de tristeza.
Entrevista con el Vampiro es la muestra de un terror dramático y bien elaborado
Una de las cosas que más me gusta de las buenas obras del género de terror es que no solo asustan o entretienen, sino también para reflexionar sobre las criaturas fantásticas que ocasionan ese miedo. Permite conocernos a nosotros mismos en nuestra propia monstruosidad.
Anne Rice llevó esto a otro nivel. En «Entrevista con el Vampiro», usó el drama en el monstruo así como Mary Shelley lo hizo con el Monstruo de Frankenstein. Creo que si todos los artistas de este género diseñáramos nuestras obras de esta forma, a través de personajes inhumanos que nos enseñen el valor de nuestra propia humanidad.
Eso para un niño de once años es oro. Es el valor de la narrativa de horror: enseñarnos a defendernos de nuestro entorno. Que nos hagan reflexionar sobre el mundo. Por eso la amo.
Para ser mi primer libro, fue una de mis mejores influencias tanto en la vida como en mi futura vocación. Q. E. P. D. Anne Rice. Mi mundo y el mundo del terror es mejor gracias a ti.