¿Cómo encontrar las ideas?

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Las ideas jamás me han fallado. Es más, quizás tengo suerte de ser tan creativo. Las ideas me atacan cuando estoy caminando por la calle, o cuando me estoy duchando, cuando estoy disfrutando mi sueño, cuando estoy viendo una película o cuando estoy haciendo cualquier-cosa-importante-no-tan-importante-en-realidad.

La habilidad creativa no siempre estuvo tan presente. En el pasado no era tan imaginativo o, al menos, no al nivel de ahora. Las cosas cambiaron porque decidí potenciar mi habilidad para mejorar mi trabajo. Y resulta.

Sí, amigo lector: la creatividad se trabaja, a pesar de que es un misterio saber de dónde vienen las ideas. Y el secreto no es tan secreto. La solución es más fácil de lo que crees, aunque requiere trabajo.

¿Página en blanco? La procrastinación como el camino a la creatividad.

Yo creo que todos los autores sufrimos alguna vez el síndrome de la «página en blanco». Por suerte, hace mucho tiempo que ya no lo sufro. Ha sido un gran avance en mi desarrollo como autor.

Lo principal es relajarse.

Lo sé, lo sé: hablar es más fácil que hacerlo, pero es la forma en cómo la creatividad se conecta con tu espíritu. La mejor forma de explicarlo es a través de la procrastinación.

Seguramente escuchaste hablar sobre los beneficios de «perder el tiempo» para fomentar la creatividad. El truco es el siguiente: hacer miles de cosas que no tengan nada que ver con la actividad por la que deberías estar trabajando. Suena improductivo, pero es mucho más productivo de lo que parece, sobre todo para los artistas. La razón es porque a través de la procrastinación se generan tantas experiencias, felicidad y relajación que, de pronto, la magia ocurre y las ideas fluyen solas. ¿Cómo? El cerebro va haciendo asociaciones y esas se convierten en la «inspiración» que necesitas para seguir trabajando.

Milagroso, ¿no? Simplemente, se trata de disfrutar de tu tiempo para convertirlo en tu trabajo.

Para despejar las dudas, vamos a mirar con un ejemplo: el boceto.

Una caricatura buscando su forma libre. Eso es lo que hacen los dibujantes y pintores con el boceto, mientras buscan ideas para crear una imagen perfecta. En el caso de la escritura, algunos autores prefieren utilizar el recurso de la «escritura automática»; es decir, una escritura fluida, sin estructura, que plasma en el papel las cosas que se les ocurren sin tener que pensarlo mucho. El jugueteo de los músicos con sus instrumentos mientras están creando también cuenta.

El boceteo es relajante. De hecho, cuando el relajo es tanto cuando nos expresamos libremente y sin trabas que las cosas fluyen de forma placentera. En mi experiencia personal, resulta de maravillas. Este mismo post fue creado gracias a esta técnica.

Ahora, piensa al revés: ¿Qué pasa cuando no puedes relajarte? Bueno, pues las ideas no salen tan bien, ¿cierto? Es normal que cuando se experimenta una «página en blanco» los autores acumulen estrés por querer encontrar las ideas, viéndolas cada vez más lejanas.

Sin embargo, el saber que debes relajarte también se puede volver un motivo de estrés. Alguien que sepa que «debe relajarse» para encontrar mejores ideas podría expermientar más estrés solo por el hecho de estar relajandose de forma forzada. Es como intentar conciliar el sueño, estando preocupado por si vas a dormirte o no.

Un balazo en los pies. Si detectas ese nivel de estrés, pues respira y sal a hacer cualquier otra cosa hasta que vuelvas a relajarte. Procrastinar con la confianza de que la idea llegará. Mucho de la creatividad tiene que ver con la confianza en las propias habilidades y sentimientos. Eso juega un papel importante para el desarrollo del arte.

Cuando las ideas te atacan

Está bien: te relajaste y las musas rondan alrededor. Lamentablemente, nunca implantan una idea cuando uno quiere sino que se manifiestan cuando ellas quieren aparecer, así que debes tener paciencia.

No obstante, las ideas son un poco caprichosas. Atacan en el momento más inesperado: cuando estás en la ducha o en el baño, cuando conversas con algún amigo o incluso cuando tienes sexo. Son una seria imprudencia cuando estás en medio de algo importante. Y puede ser peor. Imagina lo que significa cuando, además, tienes mala memoria: las ideas brillante llegan y si no las registras se van, se pierden y dificilmente vuelven.

Y aceptar una idea que vuela alto es duro.

Ahora bien, podrías tener otro problema aún más grave. Digamos que tienes un cerebro hiperactivo, que nunca deja de pensar. A menudo, cuando logramos nuestra fase de relajo, las ideas tienden a llegar con una imaginación desbordada, todas juntas como una avalancha de creatividad. Es un caos, una locura que es muy difícil de controlar.

¿Quién podría tomar el control de algo cuando estás aplastado precisamente por esa cosa?

Lo peor es que es difícil recordar todo. Las ideas vuelven a perderse como el agua de lluvia infiltrándose en el suelo. Esto se vuelve lamentable cuando nos domina una sequía de buenas ideas y justo la mejor se pierde por una avalancha de creatividad.

Sea como sea, lo importante de tener ideas no es invocarlas, sino poder capturarlas para nuestro provecho. Somos artistas: nuestras ideas serán nuestros ingresos. No podemos el lujo de perder nuestro dinero.

¿Qué hacer?

Tecnología salvadora de la genialidad: El registro

En estos casos, siempre es bueno contar con algo con qué llevar un registro. Es la mejor herramienta que puede tener cualquier creativo. En mi caso, yo tengo 10 pizarras de diferentes tamaños y siempre salgo con una libretita. Y si no dispongo de ella, puedo usar un lápiz para rallar mis brazos o la grabadora de audio del celular. Aunque la herramienta que más me gusta es mi fiel cuaderno borrador o, como yo le llamo, mi «capturador de demonios personal».

El cuaderno borrador, diseñado específicamente para escribir y dibujar cualquier cosa, es la mejor relación de amistad que he podido tener con un objeto. No tiene límites, no pone presiones; está ahí para que lo escribas y lo llenes con cualquier cosa. Hasta sirve para eliminar la «página en blanco» (literalmente), aunque sea para sacar cuentas. Y créeme: las ideas con números pueden ser seductoras y peligrosas.

En el borrador no hay nada, ni formas resumidas, ni orden ni nada. De hecho, si tienes mala memoria (como yo), sirve para recordar todo lo que pasa, e incluso es terapéutico: todo se vuelca ahí.

En definitiva, basta que lleves el bendito diario. Y un consejo: ANOTA TODO. Lo que sea que se te venga a la mente, lo general y los detalles mínimos, desde los aromas que encantan los sentidos a la asquerosidad más grosera. Todo suma cuando se trata de alguna idea.

Sin embargo, esto no se acaba aquí. Tus registros son las cosas que utilizarás para trabajar, pues estas ideas aún significan el caos. Necesitas extraer lo mejor de allí. En otras palabras, si eres escultor, tus registros serán pepitas de oro; si eres escultor, serán arcilla o madera bruta.

Al fin, es hora de ir a trabajar.

Tip útil para procesar las ideas y no perderse en el intento

Es el análisis de todo lo que capturaste. Pero, para ordenar el caos, primero necesitas fijar algún sentido. Aquí la pregunta clave es: ¿Qué buscas lograr con las ideas?

Como músico, quizás quieras hacer un tema synth, con algún tono más agresivo, o quizás prefieras algo más suave. Si eres escritor, cineasta o dramaturgo, quizás quieras definir el tema y el tono de tu historia hacia algo terrorífico o a algo romántico. Ahora, si lo tuyo es la pintura o la foto, quizás quieras definir el tono de tu cuadro hacia una emotividad en perspectiva o quizás quieras definir el encierro.

Al final, lo que se busca es saber qué se quiere expresar. Qué pasa por tus sentimientos en ese preciso momento: ¿crítica? ¿felicidad? ¿pasión? ¿melancolía? Lo que quieras, pero debes quererlo. Así las ideas toman su dirección.

Son un fan de las narrativas y metaforas que envuelven a las obras de arte. El «quiero expresar» tal cosa. La necesidad de exhibir algo importante para nosotros. Al final, creo que esa es la parte más mágica de las ideas: son sentimientos que no han sido expresados y que necesitan salir a la luz.

Cuando las ideas atacan, a veces siento que enloquezco. Aunque, lejos de estar abrumado, tener un cerebro hiper creativo es una maravillosa ventaja para cualquier artista. Un motivo de orgullo. Son cosas que no se pueden expresar de otra forma. Para eso, estamos nosotros, los artistas: para dar forma a nuestras ideas.

Nuestro trabajo es crear. Es estar locos de ideas.

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